26 Febrero - 26 Marzo
Centro Cultural Ibercaja
Zaragoza
60 Cuadros
Autor: Ángel Azpeitia
Publicada en.- HERALDO DE ARAGÓN el día 26 de marzo de 2004

    Figuras pletóricas y rotundos caballos junto al caserio

     Se trata de un conocido profesional por su docencia y praxis, cuya exposición no debe pasar desapercibida, con sólidos valores para el ejercicio artístico especialmente -pero no sólo en el campo del dibujo. Manuel Monterde (Zaragoza, 1943) no prodiga en exceso sus apariciones ante el público. Creo que la última vez, con la que enlazan ahora algunos temas, se remonta a 1998. La suma de su quehacer postula de manera implícita que el cuadro es una imagen representativa, por lo que alude a seres y cosas que existen; pero no pretende que percibamos sus propuestas con una óptica semejante a la que nos sirve para ver la realidad, es decir, no intenta un ilusionismo extremo. Más bien estiliza aquello que conocemos, aunque lo presente distinto a las normas convencionales; somete a estilo sin atenerse al término como alargamiento, ya que más bien gusta de la plenitud o rotundidad en cuanto vive, sobre todo para los estereotipos de género. Marca así la diferencia entre los dos bloques de lo que exhibe.

     Uno de los motivos predominantes es el desnudo femenino tratado en grandes curvas rítmicas que en sus amplios desarrollos se acomodan al formato cuadrado, sesenta por sesenta, que precisamente da título al conjunto. Produce entonces, como norma, una impresión de lleno, a lo que contribuye el aspecto de anatomías fragmentarias, por llevadas a primer plano, sin que falten cuerpos completos. A las que cariñosa y acaso irónicamente su autor llama “gordys" cabe buscarles ancestros. Pero, para huir de tópicos, creo haber escrito ya que no las relaciono con proporciones de personajes como los de Botero. También otros hispanoamericanos las hinchan y el mismo Picasso lo hizo en su etapa neoclásica, tan mediterránea. Sin embargo, no hay que rastrear esos influjos y, si alguno descubre Monterde, con cuanta distancia se quiera, será el de Miguel Ángel sixtino, aunque su "terribilitá" se suavice, se tiña de diseños femeninos y de ternura. Estas mujeres pueden estar solas o acompañadas de caballos ideales o de niños. Que en el primer caso evocan ciertos ecos sensuales y en el segundo se convierten en maternidades reconocibles.

     Diversa problemática ofrecen las vistas de la naturaleza o urbanas. El exterior puro, sin caserío, apenas aparece en un par de piezas, las que Monterde denomina "Campos", con más atención al cielo y nubes en el número uno y en planos simples la que cursa en gama de amarillos a rojos. Por cierto que la mayor pase del intenso color tiende a desrealizar. El acorde global resulta más bien cálido, con el contrapunto de claras notas frías. Para los pueblos Monterde abandona el enfoque desde fuera que antes dominaba. Por decirlo así se introduce entre las edificaciones y permanece dentro, con muros o elementos próximos. Pienso que cuando usa el epígrafe paisaje abstractiza más, sin perder un carácter legible, que con el de casas. De cualquier modo, para seguir su trayectoria, recomiendo una visita a su organizadísima página web, que he consultado hace poco: www.manuelmonterde.com. Se hallarán una valiosa evolución en la que sorprenden hallazgos informáticos, como los dibujos con el ordenador como instrumento. 0 sus ensayos escultóricos que confirman sus inquietudes formales. Espero sirva para apreciarlo en sus exigencias menos obvias. Insistiré en que estamos ante un cumplido profesional.